Pero me acerco, y a los tres segundos me alejo otra vez, porque no quiero molestarte, no quiero desestabilizar tu estabilidad. Y me debato entre cogerte de la mano o sujetar la mía para que esté quieta, para que frene mis impulsos. Y me contradigo cada vez que estás aquí, me planteo si rozar tus labios o sellar los míos para siempre.
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